“Voy a contarles una historia sobre mi propio fracaso. Muchos, que conocían el problema, advirtieron sobre el peligro de una crisis en el sistema pero en las capitales de los países industrializados no se oyeron sus advertencias. Faltó la voluntad de imponer la primacía de la política sobre los mercados financieros. Demasiada gente con muy poco dinero pudo poner en movimiento gigantescas palancas financieras. Durante muchos años se logró convencer a la gente de que las deudas eran un valor en sí mismas, sólo había que comercializarlas. Los bancos compraban y vendían cada vez más papeles cuya repercusión no entendían ni ellos mismos. Lo principal era aumentar las ganancias a corto plazo. Los bancos abandonaron los fundamentos de su propia cultura que eran sentido de la estabilidad monetaria, respeto a los ahorristas y pensar a largo plazo. Los bancos olvidaron también el precepto constitucional según el cual la propiedad genera obligaciones. La construcción de pirámides financieras se convirtió en un fin en sí mismo, sobre todo para los bancos de inversión. Con ello no sólo se despidieron de la economía real sino de la sociedad en general, con lo que el problema se convirtió en un asunto de responsabilidad y de decencia. Ahora vemos que el mercado solo no arregla nada. Necesita un Estado fuerte que le imponga reglas. La crisis muestra que la libertad sin fronteras genera destrucción”.
Horst Köhler es el actual presidente de Alemania (antes del FMI), palabras pronunciadas en un discurso público el 24 de marzo del 2009.
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