Ayer conocí a laura y, en un ataque de individualismo, lloré.
Lloré por mi, por no poder hoy estar con ella.
Lloré por que los hombres, quienes sin justicia, se la llevaron.
Luego, en un instante de alegría, volví a llorar
al saber que su memoria sigue viva,
y que su madre Estela es nuestra guía.
Escrito dedicado a Laura y su madre Estela a quien tuve el placer de conocer ayer.
viernes, octubre 20, 2006
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